jueves, 28 de mayo de 2009

EL CAPOTE


Obra ganadora Fondart 2006, se define como teatro de muñecos planteada para niños mayores de 8 años tanto como para adultos.

En un teatrito a escala actúan tres muñecos de unos 70 cm, con cuerpos de madera, manos y caras de espuma látex, cinco títeres y cuatro actores vestidos y enmascarados de negro (para mimetizarse con el fondo) que los manipulan a través de varillas.

Las voces de los personajes fueron grabadas por actores que completaron su personalidad.

También fue necesario crearles un universo y una iluminación a su altura para dar la ilusión de un montaje realista en miniatura, apoyando el relato con animaciones y música originales y una máquina giratoria con una multitud de personajes que simulara la gran fiesta a la que el protagonista es invitado.

Fueron casi dos años de intenso trabajo donde nos entregamos afanosamente a la medieval tarea de adaptar, diseñar, fabricar, buscar y ensayar movimientos humanos y poner al servicio de la historia cada detalle para contar en 55 minutos el cuento ruso de carácter universal, considerado por Dostoievsky como una obra fundamental. “Todos salimos del capote”, dijo, probablemente sin sospechar que de un siglo y medio más tarde, el 2008, en Santiago de Chile o en cualquier lugar del mundo, su vigencia permaneceríacon la misma fuerza, desgranando en cada escena la vida mínima de su protagonista, Akakiy Akakievich; un ser humano como muchos, sin éxito, que gasta sus horas en un trabajo que lo resigna. Un hombre solo, sencillo y sin ambiciones, que deambula en su espacio diminuto de manera ordenada y en silencio. Un hombre bueno y, por lo mismo, escaso. Pero un día, como por arte de magia, algo lo sacude. Un suceso que pareciera una mala noticia, el desahucio de su viejo y agujereado abrigo en el gélido San Petersburgo lo despiertan del letargo y la sumisión. Se hace imperioso conseguir uno nuevo, algo fuera de sus posibilidades económicas.

Por primera vez brota su empeño vital. Se hace cargo de sí mismo y su vida se modifica por la virtud del deseo que lo mueve. Consigue un motor existencial para esa vida aparentemente infrahumana y desamparada. Se esfuerza, lo logra: “ve la luz en forma de capote”, recupera la
dignidad, sus sueños… y florece. Pero el sistema y el destino se ciernen sobre los mortales y Akakiy no será la excepción….

Alguien dijo “todos buscamos nuestro propio capote”, el nuestro, como compañía a través de este montaje, es que el espectador nos acompañe a un viaje hacia sus emociones más postergadas, al olvidado sentido de la ternura y la sorpresa y a reunirse, niños y adultos, en un mismo punto…de igual a igual….

0 comentarios:

Publicar un comentario